
Las medidas que ha tomado el gobierno de Estados Unidos para ponerle fin a la inmigración clandestina, bajo su política “cero tolerancia”, están causando un gran impacto psicológico en los niños que están expuestos a este proceso. A pesar de que ya no serán separados de sus padres, la incertidumbre y el encierro en centros de detención pueden aumentar las probabilidades de trastorno de salud mental en el futuro de estos niños.
Según la psicóloga Dina Semsch, aunque es muy pronto para asegurar los daños que pueden sufrir los niños que están expuestos a estas condiciones, en la mayoría de estos casos, los pequeños ya se encuentran bajo un nivel significativo de estrés, ya que la mayoría de las decisiones de migrar se debe a la falta de recursos, amenazas, situaciones adversas o carencias en su país de procedencia. Motivos que, de por sí, los convierten en un segmento vulnerable.
Sin embargo, a esto se le suma la incertidumbre, al llegar a un lugar nuevo (en muchos de los casos, totalmente desconocido), dejando atrás a parte de sus familiares y con un nuevo idioma que desconocen. Todas estas condiciones generan ansiedad como parte del proceso.
“Cuando somos niños, nuestro cerebro se encuentra aún en formación y, al encontrarse con extraños que están repentinamente a cargo de sus cuidados, control, rutinas, les dicen qué hacer; incide negativamente en el desarrollo del cerebro, aumentando las probabilidades de trastornos de la salud mental en el futuro de estos niños”, indica Dina.
También explica que, desde los 8 y 14 meses, el niño reconoce a sus padres como familiares y seguros, y suelen sentir miedo ante lugares y personas nuevas. Al colocar a estos niños en lugares totalmente desconocidos para ellos y aislarlos de las figuras (padres) que les proveen seguridad, puede provocar que el niño experimente:
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