
Un rey que se nos muere
Los buitres, o zopilotes como les llamamos en nuestro país, son probablemente las aves más vilipendiadas de la familia Cathartidae a pesar que cumplen una de las funciones más importantes de los ecosistemas.
El consumo de carroña es fundamental para evitar la propagación de bacterias en el ambiente y así evitar enfermedades tanto a animales como a humanos. De las 23 especies alrededor del mundo, siete están presentes en el continente americano. Desde el más grande, el Cóndor de California, hasta el más pequeño, el Zopilote Sabanero menor, todos cumplen con esa trascendental función.
En nuestro país contamos con cuatro especies de buitres siendo los más comunes el Zopilote Cabeza Negro y el Cabeza Roja.
Hasta hace algunos años el Rey Zope era relativamente abundante aunque en menor proporción que los dos anteriores; a diferencia de sus primos, tiene un plumaje casi en su totalidad blanco y con colores muy característicos en su cabeza.
Cabe resaltar que la ausencia de plumas en la cabeza de los Zopilotes se explica por que les ahorra el inconveniente de ensuciárselas al consumir la carroña.
El Rey Zope es de gran tamaño: puede llegar a tener una envergadura (medida de la punta de una ala a la otra) hasta de 2 metros. De la cabeza a la cola puede llegar a medir 80 centímetros comparados con 60 centímetros que mide un Zopilote Cabeza Negra.
Un ave sin duda imponente, tanto por su tamaño como por su elegante plumaje blanco y sus brillantes colores en la cabeza.
Recuerdo que mi abuelo solía contarnos la historia de cómo cuando los destazadores desechaban los restos en una barranca del pueblo, los transeúntes veían como comenzaba su descenso el Rey, y una vez estaba en el suelo como respetando su título, los demás se hacían a un lado y permitían que se alimentara. Y de cómo no había día que su majestad no bajara a alimentarse y de cómo él disfrutaba aquella escena tan característica.
Ya han pasado algunas décadas desde que esas escenas sucedieran a lo largo y a lo ancho del país. Así como mi abuelo, muchas otras personas cuentan historias similares acerca del Rey Zope. Y a lo largo de este tiempo y poco a poco sin que lo percibiéramos, su majestad fue desapareciendo casi al mismo tiempo que han ido desapareciendo nuestros bosques, esos que probablemente le servían de hogar.
Sus últimos terrenos han ido desapareciendo hasta concentrarse en esas montañas del norte, donde todavía es relativamente común poder verlo. Y así, un ave tan importante como hermosa que estamos tan cercanos a no volver a ver sobrevolando nuestros cielos, es como uno de los reyes de la literatura dramática, uno que se nos está yendo, muriendo lentamente.
















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