La estabilidad del sistema político, quiérase o no, influye en las decisiones de los inversores y mientras no existan acuerdos entre partidos ideológicos, será muy difícil atraer inversiones; el Dr. David Escobar Galindo afirmó recientemente: “Desde que concluyó el conflicto bélico y pasamos a esta nueva etapa de competitividad abierta entre todas las fuerzas nacionales, la estabilidad del esquema político se ha mantenido invariable, la inestabilidad de dichas fuerzas para entrar en interacción constante da la sensación constante que vamos a la deriva”.
Si aceptamos esa afirmación, que a todas luces es real, es difícil consensuar objetivos que nos lleven a una escalada de desarrollo y menos a reducir la pobreza por medio de decretos para cumplir estrategias, por lógica primero tenemos que arreglar la casa ordenando nuestras finanzas y saber priorizar las necesidades para cubrirlas con los ingresos promedios obtenidos con base en años anteriores, pese a que automáticamente se aumentan cada año con el IVA, por el creciente costo de vida, los precios de los combustibles, las multas de tránsito, impuestos aduanales y otros.
La práctica de regalar alimentos, vestuario, artículos escolares, pensiones a longevos que nunca cotizaron, es un alivio aparente entre las personas de paupérrima condición, lo ideal es que el monto de esos regalos se invirtiera en proyectos productivos que generen empleo y superávit financiero que permita la asistencia social en hospitales, medicamentos, asilos de ancianos, comedores y dormitorios públicos y cubrir tantas otras necesidades, dinero que tiene que salir de los rendimientos en proyectos que contribuyan a fomentar las inversiones. No se puede regalar lo que no se tiene ni se ha ganado, es una realidad. Lo medular del problema está en buscar el tipo de fuente generadora de máximo empleo a un mayor sector de la población, si bien el rol del Estado no es la producción y comercialización de bienes y servicios de consumo, pero sí promover y fomentar los climas de inversión en las áreas que el país ofrezca, las facilidades de recursos básicos, incluyendo el humano, para lo cual debe preparar la formación de ciudadanos en la enseñanza básica, técnica y superior y que lo obliga el artículo 101 de nuestra Constitución Política; desde esa perspectiva es obligación del Estado estudiar alternativas de explotación de nuestra riqueza natural.
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