Desde las primeras notas ejecutadas, se percibió una limpieza y precisión de sonido pocas veces escuchadas por la mayoría de nosotros en nuestro país. ¡Y qué bueno que fue con nuestro himno nacional! Pues donde más se percibe una sensible falta de preparación musical en grupos de esta naturaleza es en las notas fuertes y penetrantes de los vientos de metal; en este caso de las trompetas. Lograr esta pureza con trompetas es tanto muy impactante como escaso (e igual puede decirse de los trombones y cornos franceses que posteriormente habrían de lucirse de igual manera), y resultaba muy promisorio para lo que vendría después.
Limpieza musical; excelente armonía sincronizada entre las secciones; y hasta ritmo muy picante en un pegajoso popurrí de mambos que muchos presentes hubiesen querido se alargara más. Sin embargo, otros factores resaltaban aún más el impacto de ese concierto; en particular la palpable juventud (“¡bichos!”) de los ejecutores. Una primer violín (sí, una mujer primer violín; y de hecho había mucha participación femenina), que en un par de ocasiones bajaba su violín para tomar batuta y también dirigir la orquesta! Particularmente impactante fue un joven que fungió como director principal, de no más de 21 años, que dirigía con un dominio y seguridad virtualmente arrogante (“Esto es fácil”). Y no había duda de que tenía la empatía necesaria para que la orquesta confiase plenamente la dirección e interpretación en este “cipote”.
Hay muchos más elogios que tendrán que quedar en el tintero, pero no así los agradecimientos a quienes fomentan y patrocinan estas actividades, tanto del sector privado como del público y el diplomático. Innegablemente, merece mucho y particular elogio la embajada de EUA, a través de su señora embajadora que obviamente ha catalizado alma y espíritu en apoyar a estos y otros movimientos tan positivos y exitosos.
Imperativo centrarnos acá en la esencia positiva, productiva y ejemplar, enfocándonos en las intenciones y logros medulares: de dar oportunidad adecuada a nuestra juventud; a buscar alejarnos de la violencia. Igualmente, importante: Este concierto (y los otros que lamentablemente muchos no pudimos escuchar) fueron puntualmente dedicados a la amistad entre nuestros dos países. Asistimos juntos y revueltos izquierdas, derechas, centros e independientes. Y con más de 2 millones de salvadoreños viviendo en EUA –libres de nuestros infiernos locales– tenemos mucho, todos, de qué estar muy agradecidos. Muchos elogios y agradecimientos a quienes claramente lo debemos.
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