
El buen periodismo prevalece
Árbolde fuego
Hay pocas cosas que he querido más en la vida que al periodismo. Fue con lo que soñé desde las aulas de la universidad. Y durante los seis años que lo ejercí a tiempo completo fui feliz. Cada día con la esperanza de interpretar una milésima parte del laberinto de injusticia que llamamos sociedad salvadoreña. Los que lo han practicado saben que es adictivo y que no cualquiera lo entiende. En especial por una jornada laboral extendida, la disponibilidad en emergencias o porque uno vive totalmente inmerso en el trabajo. Pero a cambio te puede dar más. Si se hace bien, se trata de escuchar a otros. En un mundo en el que todos parecen luchar porque su voz se escuche más y que llegue más lejos –algunos incluso ahogando a otros–, es una profesión que conlleva sentarse y escuchar distintas maneras de ver las cosas. Cuestionar y seguir. Siempre seguir. En una batalla constante contra el tiempo.
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